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Miedo al Cambio.


******* Este es un escrito que he realizado para una mesa de debate para el Periódico donde escribo que, podáis pasaros o no este Viernes en el Casino de la Reina, os dejo para que podáis participar igualmente en el debate. 

Cambio; una palabra de seis letras que tiene siempre distintas connotaciones pero, en definitiva, la sensación que tiene la mayoría de la gente, cuando escucha esta palabra, es: MIEDO.

Miedo a lo que no conoce (o a cambiar su realidad como la conoce), miedo a no alcanzar las expectativas, miedo a que no vaya bien. Una palabra de tan sólo cinco letras, pero que nos marca toda la existencia.

Pondré un ejemplo claro para que la gente me entienda mejor, aunque les puede resultar algo superficial. Como asesor de imagen siempre tienes que lidiar con mucha gente y, sobretodo, con sus miedos al cambio. Algo tan simple como proponer una falda a una persona que supera los cuarenta, puede llegar a ser una de las mayores luchas profesionales en este sector. La gente viene precedida de ganas de cambio porque han visto Pretty Woman pero, ciertamente, son pocas las que tienen asumido que primero hay que superar el miedo y los prejuicios a estereotipos absurdos para poder estar mejor.

Lo mismo pasa a lo largo de toda nuestra vida. Cuando cambiamos de trabajo existe un miedo a no ser el perfil deseado, cuando cambiamos de pareja tenemos miedo de que salga como la anterior (o peor), cuando cambiamos de ciudad tenemos miedo a crear nuestra propia vida en ella.

Es el miedo a dejar atrás, el miedo a perder lo que ya se ha conseguido, el miedo a que las cosas vayan a peor. Apoyándonos en la popular frase de “por costumbre...” para dejar en anodinos nuestros verdaderos anhelos y dejando de lado que nuestros sueños se cumplan.

¿Es normal que marquemos nuestra existencia en principios que no funcionan? ¿Es normal que apostemos por una fórmula reiterada que no funciona, pese a la posibilidad de dar un giro extremo a nuestra realidad? ¿El miedo a que no sea como lo esperábamos dicta nuestra vida? O, por otro lado, ¿Es el miedo a que los esfuerzos (que son incalculables cuando hablamos de cambiar) no valgan la pena...?

Así, me fijo en los valientes que son capaces de cambiarlo todo, su vida, sus apuestas, sus principios. Evolucionan sin miedo y constantemente ¿quizás por qué no tienen nada que perder?
La sociedad nos ata con hipotecas, subvenciones, ayudas que luego nos quitan, nos aferramos a trabajos que no nos aportan nada por una nómina; pasándonos todo el mes regocijándonos en nuestra amargura exceptuando los dos días posteriores al cobro de una nómina, que nos permite sobrevivir pero que nos deja volar. Anclados, subestimados y alienados; en una realidad que, si sopesamos, no la queremos ni regalada. ¿No valdrá la pena romper con los moldes?

Según estudios de psicología el miedo más común entre los humanos es la llamada tanatofobia (miedo a la muerte) y, los bebés, cuando llega el momento de salir, se dice que según el miedo que tenga el niño en seguir la luz tardará más o menos en salir. Así, pienso en una realidad que nadie es capaz de darse cuenta: somos capaces de superar el miedo a nacer y de morir y, pese a estar toda la vida inmersos en un cambio permanente, no somos capaces de superarlo. Y, si tenemos miedo a la muerte, ¿por qué tenemos miedo a cambiar? ¿Se puede afirmar entonces, qué nos pasamos toda la vida con miedo a vivir?

Según nuestros libros de “Conocimiento del medio” nacemos, vivimos y morimos. Así es en todos los seres vivos por igual. En la realidad humana, el miedo es el coprotagonista de este “paseo” nuestro. Pero, como todos hemos caído en la cuenta ya, solo podemos avanzar hacía el siguiente paso cuando el miedo es superado. Si superamos el complejo de Peter Pan (complejo que deja en evidencia nuestro miedo a hacernos mayores, paso que precede a estar más cerca de la muerte) ¿Por qué no superamos nuestro miedo a vivir en general? Asimilando que, crecer, no es el único miedo con el que deberíamos de lidiar. Echemos la vista atrás ¿alguien puede afirmar que no hemos cambiado? Entonces, ¿cuándo vamos a asumir que el cambio es vida y desprendernos de su miedo?



CAMBIA “ERGO” ¡VIVE!

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