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Genios sin lámparas.



"¿Ha conocido alguna vez a un auténtico genio?". Esta es una de las interesantes preguntas que a lo largo de la entrevista del ICON plantean a Boris Izaguirre. A la cuál, tendría clara mi respuesta y, a diferencia de él, me atrevo a decir nombres como Brian Genio (gran amigo y colega en mis aprendizajes vogueriles) y él mismo.


Así lo di a conocer en un breve tweet que contextualizaba una fotografía que ilustraba su última columna para el Harper´s Bazaar (que por cierto, enhorabuena a Eugenia de la Torriente por su genial aportación a la misma) y que me pareció brillante y genial, tal y como siempre me ha parecido este gran escritor e intelectual.

Una persona que, desde mi humilde y alejado punto de vista, creo que derrocha mucha inteligencia, sobretodo cuando, en la diversidad de los medios y sitios en los que se mueve, sabe adaptarse por completo a todas las circunstancias, personas y lugares. Mi primera toma de contacto fue cuando lo vi de chiquito en "Moros y Cristianos" y, para hipóxica sorpresa de mi padre, pese a ser pequeño, me atreví a afirmar que algún día quería llegar a ser  así de listo, como aquel hombre que veía en la televisión.

Cada programa o proyecto en el que él confiaba me aportaba curiosidad y quería empaparme de esa característica cultura y educación que tan elegantemente él siempre suele representar. Su gracia y su carisma, creo que siempre ponían la guinda de un todo, que nadie podía rechazar.

De hecho, está presente en todos los medios escritos que suelo tener en mis manos como es el El País y el Bazaar y, este mes, el ICON le dedica una entrevista donde es tan inteligente que no para de decir verdades, que podrían hasta resultar dolorosas, pero que con su forma de expresarse (con esa sofisticación que le caracteriza) sabe como hacerse expresar sin herir a nadie y sin darse demasiado a conocer. Es una de sus cualidades que más admiro de siempre, su mano izquierda, la cual aún me queda mucho por asimilar.

De ahí este post. Si un artículo, que me pareció brillante en el último número de la revista, me inspiró para Tweetear; un tweet de respuesta me hace escribir esta defensa a un hombre al que yo me reafirmo como un Genio. Por supuesto respeto la opinión de mi colega tweetero, porque si algo he aprendido de este mundo es que las  formas de ver la realidad varían de una persona a otra, pero no me podía quedar manco a la hora de escribir una apología sobre una persona que, aunque tenga sus excentricidades (que todos las tenemos), no podemos sentar las bases de una conjura ya que no nos estaremos fijando en todo lo que una persona es capaz de aportar. Si anteriormente en un post, decía que las personas somos actos o verbos, ya que los adjetivos son atributos meros superficiales y anodinos de lo que somos, también ahora abogo porque se nos juzgue por la totalidad de nuestros actos, no con los que nos conviene para tener razón para nuestra conjura. Léanse sus colaboraciones en el El País, en el Harper´s, presten atención a  sus participaciones en coloquios, léanse sus libros y quédense con el activismo que demostró por la causa de los derechos LGTB.

Yo entiendo por genio a una persona polivalente, curiosa, que le gusta conocer el mundo que le rodea y que no duda en permanecer atento a cada uno de sus cambios. Que los acepta e interioriza y que es capaz de moverse como pez en el agua en cualquier situación o con cualquier persona. Que aprecia la vida desde un punto de vista artístico y glamuroso y que, en cualquier ocasión o circunstancia, es capaz de aportar elegancia y sofisticación.

En definitiva, siempre afirmaré que conozco un genio (Brian) y que me gustaría tener el placer de conocer a otro (Boris), para sentirme  orgulloso de mi circulo social (que obviamente ya lo estoy, pero me vais a dejar pecar de ambicioso) y sobretodo, tener lo más cerca posible los espejos de mi vida para recopilar cada uno de sus aciertos e intentar superar a mi mediocre yo, imitándoles desde una admiración más cercana.



*** Aprovecho para mandarle un bico a Brian y para decirle a Boris que, pese a quedarle meses para cumplir sus cincuenta años, que sepa que los lleva muy bien y enhorabuena por su última novela que la considero de obligada lectura y estoy en ello.


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