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Cuentos de hadas nos ayudan a fortalecer nuestra autoestima y nuestros sueños. Creando pequeñas ilusiones que nos convierten en carne de cañón para ser lo que realmente somos: ilusos.
Crecí oyendo ridículos adjetivos: "el ojito derecho de mamá", el teacher's pet , el mejor amigo, la más guapa. Ilusionando a esas personas a los que se refería; dándome cuenta hoy, que están enseñando mi habitación que ya está lista para que lo ocupe otro en mi lugar, que nada quedará de mí en esas cuatro paredes; al igual que no quedará nada de los que anteriormente me refería porque: el niño se hará mayor, el favorito del profesor pasará a la Universidad, el mejor amigo es hoy y mañana con otras copas será otro y la guapa mañana será considerada más fea si la comparamos con la de pasado mañana. Efímero es nuestro papel protagonista, entonces... ¿por qué lo ansiamos tanto?
Crecemos con la ilusión de que un príncipe nos busca para convertirnos en su único amor, crecemos para ser los mejores, los que más evidencia de talento derrochen y para que seamos insustituibles. ¿Alguien verdaderamente lo ha conseguido? ¿Sentirse único e insustituible para algo o alguien de forma permanente?
Me veo rodeado de personas que buscan esa diferenciación y ese individualismo. Algunos con más ego que otros, pero, en esencia, casi todos lo buscan. Ser considerados como el mejor empleado, el mejor amante, el mejor amigo, el que mejor se lo monta, el mejor todo... tiñendo, en distintas escalas, nuestra realidad diaria de envidia y auto-fascinación. Guerra de egos permanente. Caos que simula tener un orden. Una realidad a la que todos apoyan con su actos, sin pretender cambiar nada.
¿En serio es tan difícil desprendernos de nuestra realidad de esos papeles protagonistas que todos anhelamos y no podemos sentirnos a gusto con un simple papel secundario con toques cómicos en este pequeño papel que nos ha tocado interpretar?
Creo que cada uno de nosotros somos únicos, únicos en hacer algo, en ser algo, en sentir algo y por perseguir nuestros sueños; pero no por ello tenemos que ser insustituibles ni dejarnos hundir en el intento de conseguirlo. Somos parte de un todo más egoista y narcisista de lo que un individuo puede llegar a ser. Creo firmemente, y más seguro hoy que en cualquier tiempo atrás, que somos únicos para "ser nadie" y que debe alegrarnos haber descubierto ese papel. Ya que el del protagonista, es mucho más efímero que nuestro anodino papel; el cual, debería ser más apreciado por nosotros mismos y entregarle la verdadera importancia que se merece. Aunque nadie después nos eche de menos...
Rubén Alexandre.
Pequeña reflexión dedicada a todo aquel que se ha infravalorado su existencia en algún momento:
Ningún adoquín es igual a otro, aún así ninguno destaca; sólo aquel con el que te tropiezas.
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